De antes y hoy en el siglo XXI, cuando la izquierda no es gobierno, siempre esta al atisbo de cualquier flaqueza democrática, y para sopesar el terreno político donde se desenvuelve lo primero que exhibirá será una marcada intolerancia hacia la autoridad. También se muestra intolerante frente a todo otro referente político y social que no se declare aliado de la izquierda. La izquierda cuando no es gobierno, usa un lenguaje especial para infiltrar, promover y exacerbar los malos hábitos que se dispensan al interior de las distintos cuerpos y organizaciones sociales. Incluso nuestra vida cotidiana es blanco de los infecciosos dardos de la izquierda, para ello descalifican la opinión de quién sea que no comparta la opinión del izquierdismo.
El que no piensa fielmente como izquierdista probará el sabor del ser llevado hasta la hez de la política y de la relación humana.
Para la izquierda los gobernantes son de todo el pueblo siempre y cuando estos sean izquierdistas. Por lo tanto aquellos que no son de su ala, son tachados como gobernantes de quienes los eligieron. Sí un partido de derecha, una coalición de centro, o algún independiente ganan representatividad para gobernar, ese presidente o jefe de gobierno será exclusivo de los "otros" pero no de la izquierda. Con ello pretender legitimar su desobediencia a la institucionalidad, dejando en claro que ellos representan la opinión del "pueblo". Para la izquierda las instituciones de la República pierden su funcionalidad si no estan al servicio de la izquierda, más aún se declaran hostiles y activos para enfrentarse a quién intente colocarlos dentro del marco legal.
En los distintos niveles y componentes del cuerpo izquierdista se obedecen las ordenes de los dirigentes del partido, ordenes que reemplazan la conciencia individual. De esta manera el izquierdismo se asegura que no exista ninguna posibilidad de que lo bueno que puedan tener sus adversarios vayan a tener eco al interior del izquierdismo.
Vale decir: leyes, entidades, organizaciones, deben estar hechas para servir los intereses del izquierdismo y no otros.
Después de la estrepitosa caída de los llamados "socialismos reales", el izquierdismo en el mundo y por supuesto los avivados chilenos, han adosado a sus actividades supremacistas la "sana convivencia" con transnacionales, y oligarquías nacionales dueñas de una vasta riqueza económica.
El izquierdismo por un lado intenta adueñarse de las personas y su capacidad productiva que implica riqueza y sus socios otro tanto.
Por ello ahora deberíamos estar sometidos a poderosos empresarios e intelectuales quienes nos usan para sus caprichos políticos y económicos, seguros que les pertenecemos, que somos sus esclavos o marionetas que debemos hacer lo que ellos digan: "porque es lo mejor para nosotros".
Ellos dicen que la democracia les pertenece, que nosotros el común de la gente tenemos que atenernos a vivir dentro del marco de modelos pensados y dirigidos por lo mejor de la intelectualidad. Ellos los izquierdistaas se han renovado y nos ofrecen una sagrada "economía mixta" en la cual ellos, los izquierdistas son socios del mercantilismo resucitado.
Curiosamente en Chile, ahora que perdieron la administración del Estado, algunos izquierdistas comienzan a revivir el discurso confrontacional del pasado, y ello debe ser porque los sillones que ocupan en los directorios de distintas empresas comienzan a temblequearles.
Estos veinte años de gobierno izquierdista han demostrado que una economía regida en gran parte por insaciables empresarios y tecnócratas izquierdistas, es una aberración. Izquierdismo y neo-mercantilismo nos conducen a lo mismo: ricos más ricos, pobres más pobres.
La educación, servicios públicos, los medios de comunicación, etcéteras, en manos del nepóticos y sectarios políticos, oligopolios y globalistas transnacionales, sólo resulta en un apetito constante por gozar del poder. Y aspiran solamente a articular formas de mantenerse en el, perdiendo de vista el interés permanente que debe existir porque sea la sociedad entera la que alcance el bienestar permanente. Cuando son elites las que adquieren demasiado poder nada nos garantiza el respeto por nuestros derechos inherentes e inalienables de ser humano. Antes somos inmersos en el materialismo y el hedonismo consumista. Todo es posible y estos veinte años han demostrado como incluyendo nuestra preocupación por el medio ambiente, la izquierda y sus socios se han apropiado hasta de nuestro suelo, millones de hectáreas de terrenos, pertenecientes al bien nacional, tienen ahora dueños globalistas.
No lo han hecho mal. Han utilizado con efectividad la distracción, a tal punto que casi vuelven a ser elegidos por otros cuatro años para gobernarnos. Estan coordinados, sus redes se extiende por todo el mundo. La posibilidad de "cambiar" la situación es real.
Aunque el nuevo gobierno es presentado por la izquierda, como representante exclusivo de los grupos de poder económico, esto no es así. Existen vinculaciones pero no pasan de ser eso. Puesto que economicamente los empresarios siempre estarán ligados a las diferentes empresas, y esto no es reprochable si hay transparencia y acciones apropiadas.
No obstante el grueso de la población ha captó la diferencia, y expresó su opinión frente a las iniquidades existentes en la distribución de nuestra riqueza y las posibilidades de desarrollo económico y social. Buena parte del discurso izquierdistas, que en boca de sus personeros corruptos, cansó a la ciudadanía, debido principalmente a la clara hipocresía y falsedad del mismo.
La ciudadanía se dió cuenta que la izquierda y sus socios cada vez los hundía más en la miseria, grandes sueldos, prevendas, y ganancias, inaceptables al compararse con las magras entradas de millones de chilenos que se debaten en la miseria, la pobreza, y las deudas. Aquellos que más tienen se las han arreglado para bién para acaparar más riqueza, haciendo de la izquierda sus esbirros y peones. No han permitido que el mercado sea libre, antes lo han puesto bajo cautividad, tanto la libre empresa como los salarios son limitadas por los designios de quienes han detentado el poder. Por lo tanto la oferta del nuevo gobierno lo desliga del actual "estado de cosas", viéndose obligados para cumplir la palabra empeñada a reemprender el camino capitalista o la libre empresa.
Hoy estamos ante la posibilidad de despertar la conciencia de la otra parte que todavía apoya al izquierdismo, estamos ante la posibilidad cierta de bajarle el perfil a los oligarcas corporativistas y a las transnacionales globalistas, no es necesario una revolución, esta ya ocurrió. Lo de hoy es despertar la conciencia social de aquellos que siguen dormidos y mostrarles que hubo engaño, y que la izquierda es un engaño. Es posible decirle a los poderosos que podemos coexistir, que no deben temer, que vamos a emprender juntos, pero sin paternalismos asfixiantes ni esclavizantes. La seguridad ciudadana no es simplemente hacer más cárceles, el bienestar no es exclusivo de las obras caritativas, la mejora social no depende de lo que decidan unos pocos o de muchas y complicadas leyes. El transporte, la agricultura, la minería, y otras actividades deben ser una fuente y beneficio para todos los chilenos en general. Un pueblo que mira de cara el futuro debe hacerlo con la frente en alto y dentro de un entorno social que ofrezca oportunidades, no somos iguales ni seremos iguales eso es un invento de los izquierdistas, si podemos vivir en un mundo pleno de equidad.
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