Cuarenta años después de ingresar al MIR, el que fuera un joven estudiante de Economía en la Universidad de Concepción llegó a ser ministro de Defensa debutando con el inédito homenaje a un héroe boliviano de la Guerra del Pacífico. Una etapa que "marcó para siempre" -dicen sus amigos- a quien creció políticamente al alero de Miguel Enríquez.
"El Goñi no era ni un intelectual ni un hombre de 'fierros' en el MIR. Era un hombre de masas? lo suyo era la seducción", resume un viejo amigo del nuevo ministro de Defensa, aludiendo irónicamente al arrastre femenino que provocaban a fines de los '60 Miguel Enríquez y la plana mayor del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en el que José Mario Goñi Carrasco (59) participó durante poco más de diez años. Sus conocidos recalcan que su paso por el grupo "marcó su vida para siempre".
Cuarenta años después de ingresar al MIR, el que fuera un joven estudiante de Economía en la Universidad de Concepción llegó a ser ministro de Defensa debutando con el inédito homenaje a un héroe boliviano de la Guerra del Pacífico. Una etapa que "marcó para siempre" -dicen sus amigos- a quien creció políticamente al alero de Miguel Enríquez.
"El Goñi no era ni un intelectual ni un hombre de 'fierros' en el MIR. Era un hombre de masas? lo suyo era la seducción", resume un viejo amigo del nuevo ministro de Defensa, aludiendo irónicamente al arrastre femenino que provocaban a fines de los '60 Miguel Enríquez y la plana mayor del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en el que José Mario Goñi Carrasco (59) participó durante poco más de diez años. Sus conocidos recalcan que su paso por el grupo "marcó su vida para siempre".
Dueño de un bajo perfil y escasamente conocido fuera de la clase política, la llegada de Goñi a Defensa sorprendió a varios en su propio partido, donde dicen desconocer si tiene vínculos fuertes con el mundo uniformado. Y hasta sus ex compañeros del MIR miran con interés su desempeño en esa cartera, en la que debutó con un gesto inédito: el homenaje rendido por el Ejército a Eduardo Abaroa, el héroe boliviano de la Guerra del Pacífico.
Precisamente del conflicto contra Perú y Bolivia data el único nexo histórico de Goñi con las Fuerzas Armadas, según recuerda un amigo suyo. El ministro es descendiente del vicealmirante José Anacleto Goñi Prieto, comandante general de Marina al estallar el conflicto (1879). El padre del titular de Defensa se llamaba Anacleto.
Por lo mismo, para entender quién es el nuevo ministro es imposible no repasar una historia que comienza alrededor de 1967 en los pasillos de la Universidad de Concepción, cuando la efervescencia política y la creciente popularidad de Miguel Enríquez hacían que "estar en Conce y no ser de izquierda era algo muy raro", acota un cercano al secretario de Estado.
Con look de marino
Aunque algunos sobrevivientes del MIR y amigos de Goñi señalan que "no desarrolló tareas relevantes en la dirección orgánica" del movimiento y que era considerado un "cuadro medio, o emergente", fue bastante activo. El entonces joven estudiante de Economía de la Universidad de Concepción -hijo de una numerosa familia que vivía en el 333 de la calle Cochrane- venía de la Juventud Socialista. Y su liceo, el Enrique Molina Garmendia, era el mismo en que habían estudiado Enríquez, Bautista von Schouwen, Fernando Krauss y otros dirigentes miristas.
Por eso, y aunque Goñi era menor que la dupla Enríquez-Luciano Cruz, cuando ingresó al MIR, en 1967, fue el primer presidente mirista de la Federación de Estudiantes Universitarios de Concepción, Frepresco. En esos años compartió en forma más estrecha junto a otro dirigente, Nelson Gutiérrez. Sus conocidos ven "difícil" que la plana mayor mirista lo haya considerado un par, pero uno de ellos recalca que "también llegó a ser muy amigo de Luciano Cruz, y entiendo que hasta compartió departamento o pensionado con él en Concepción por un tiempo".
El Goñi de entonces leía mucho -hasta hoy suele escribir bastante- a Gonzalo Rojas, Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, y a Alejo Carpentier, entre otros autores. Y devoraba textos de historia, especialmente sobre "las revoluciones burguesas del siglo XIX y las proletarias, como la rusa, china, vietnamita y cubana", explica otro conocido suyo. Eso lo habilitó para su principal labor en el MIR: el trabajo de masas, especialmente "el sindical, poblacional y campesino, en enseñarle a la gente sus derechos y ayudarlos a organizarse". Y el mismo amigo que dice que "lo suyo era la seducción", se explica: era "un buen orador", aunque agrega que más de alguna vez "se ocupó del manejo de platas".
Aunque en la historia del MIR el tema de los fondos está vinculado a los asaltos de bancos que hicieron conocido al movimiento a
fines de los '60, sus conocidos subrayan que "Goñi nunca estuvo metido en ningún hecho de sangre. No era para eso".
Goñi incluso adoptó el look mirista. En la universidad era común verlo con "una parka azul petróleo clara, característica suya, camisa sport y pantalones de cotelé", pero a veces usaba el denominado "uniforme azul": un chaquetón largo de ese color "muy similar al que usaban los marinos", describe una amiga suya. Era la moda que había impuesto Miguel Enríquez, quien la había heredado de su padre, Edgardo, médico de la Armada.
Segundo tiempo en Suecia
Ya avanzada la Unidad Popular, la mayoría de los miembros del MIR dejaron Concepción para instalarse en Santiago. Goñi hizo lo mismo, concentrado en sus labores y preocupado por los temas económicos. Pero cuando se produjo el golpe, el MIR no alcanzó a reaccionar ni menos a ir en auxilio de Salvador Allende a La Moneda. Al igual que la plana mayor del movimiento, Goñi debió pasar a la clandestinidad. "Pese a ser un cuadro medio, él sabía que si lo pillaban, lo mataban", sostiene un amigo.
Y si bien compartía la consigna "el MIR no se asila", proclamada por Enríquez, la violenta ofensiva que la DINA y el Servicio de Inteligencia de la FACH (SIFA) lanzaron sobre sus cuadros terminó con cerca de 700 muertos. En 1974, Goñi optó por abandonar el país y exiliarse en Suecia. Allá se enteró de la muerte de Enríquez.
Instalado en Estocolmo -donde comenzó trabajando en la limpieza de un hospital-, Goñi siguió vinculado al MIR y "apoyando a la resistencia en Chile", acota un conocido. En 1975 asistió a un encuentro en Lisboa que congregó a unas 200 personas, entre miristas -como Gonzalo Martner y Carlos Ominami- y otros exiliados que se habían alejado de los partidos.
Pero para entonces, afirma un amigo suyo, Goñi ya tenía dudas acerca de su permanencia en el MIR. En Estocolmo no sólo había afianzado su posición -hacía clases en el Instituto de América Latina y en la universidad de esa ciudad-, y había formado una familia con una sueca que había conocido en Chile, sino que además se había vinculado fuertemente con la socialdemocracia nórdica. Quien lo marcó fue el entonces primer ministro Olof Palme (1927-1986), a quien conoció personalmente: tras su asesinato, escribió un libro dedicado a él.
La decisión vino al final de los '70, cuando los dirigentes del MIR en el exilio, encabezados por Andrés Pascal Allende, proponen retornar a Chile para luchar contra Pinochet. Para entonces el MIR estaba debilitado y varios de sus dirigentes criticaban que a la derrota política y militar del golpe había seguido un baño de sangre que podría haberse evitado. En ese contexto, Goñi se alejó del MIR. "Pero lo que vivió no se olvida nunca. Los sobrevivientes del MIR, como él, siguen siendo hombres de convicciones muy fuertes", asegura un amigo suyo.
Y aunque el hoy ministro guarda buenos recuerdos de ese período, en el exilio amplió sus redes hacia otros sectores y trabó una férrea amistad con Sergio Bitar y Ricardo Lagos, lo que explica en parte que a su regreso a Chile ingresara al PPD. Con Lagos, dicen sus amigos, tiene un vínculo tan fuerte que no sólo comparten la admiración por el fallecido pintor Roberto Matta: Goñi tiene un departamento dos pisos más arriba que el del ex mandatario, en la calle Vera y Pintado. "Ahora lo tiene arrendado y está esperando que se lo devuelvan para regresar", remata un conocido suyo.
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