"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. La humanidad no puede librarse de la violencia por medio de más violencia. No me gusta la palabra tolerancia pero no encuentro otra mejor. Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. La verdad jamás daña a una causa justa. Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en èl. Un país, un civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales. Los medios impuros desembocan en fines impuros. La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Que otro libro se puede estudiar mejor que la Humanidad?

Todo lo que se come sin necesidad se roba al estomago de los pobres. Los grilletes de oro son muchos peor que los de hierro. El que retiene algo que no necesita es igual al ladrón. Casi todo lo que realicé es una insignificancia, pero es muy importante que lo hiciera. Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia. El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en el mal uso del mismo. Gandhi


jueves, 18 de febrero de 2010

La Guerra Fría es más fría aún.



En los últimos años, y especialmente desde que Estados Unidos invadió Irak, en marzo de 2003, se han visto en todo el mundo señales de una convergencia creciente entre las fuerzas de la militancia islamista y la izquierda. Donde quiera que sea y en cualquier lugar donde exista presencia izquierdista, ahí estan las señales, es una simpatía muy extendida. Aunque normalmente no expresada— las acciones del 11 de septiembre del 2001 son justificadas porque: “los americanos se lo merecían”.

Pueden ser unos manifestantes radicales vascos que marchen precedidos por un militante que ondee una bandera de Hezbolá, o de algún político de extrema izquierda europeo que hace causa común con representantes de los partidos islamistas en temas relacionados con el antiimperialismo y la exclusión social en Occidente. Como por ejemplo la acogida dada por la izquierda británica —incluido el alcalde de Londres— al líder de los Hermanos Musulmanes, el jeque Yusuf al Qaradaui. O algo más importante aún: el apoyo a los grupos guerrilleros islamistas, y que pasa a ser una alianza entre Estados, Irán y Venezuela... Chávez ha ido a Teherán un mínimo de cinco veces. Nos encontramos ante un nuevo frente unido internacional, Irán junto a los gobiernos izquierdistas de Latinoamérica desarrollan una campaña diplomática activa, proyectos comerciales conjuntos que incluyen el uso de la energía nuclear para fines pacíficos (¿?).


Lo cierto es que este asunto de la relación entre la izquierda y el islam político tiene una larga historia que nos obliga a pensar ¿ qué hay detrás de esta actual alianza?. Evidentemente es “táctica”, los bolcheviques tuvieron qué hacer con los movimientos y Estados islamistas: ante el bloqueo de la revolución proletaria en Europa después de 1917, volvieron la mirada hacia las fuerzas antiimperialistas y, a veces, islámicas que actuaban en aquella época en Asia.

El primer país del mundo que reconoció la Revolución Bolchevique fue el reino de Afganistán, en pleno conflicto con los británicos. Desde aquel momento, Lenin recomendó que la Rusia soviética prestara siempre “especial atención” a las necesidades del pueblo afgano, un consejo que iba a tener consecuencias irónicas pero históricas en 1979.


En los años posteriores a 1945, los estrategas soviéticos intentaron hallar un contenido “democrático nacional” en el islam e interpretar su énfasis en la igualdad, la caridad, el reparto de la propiedad y, no menos importante, la lucha —es decir, la yihad—, como formas primitivas de comunismo. Aunque en Moscú algunos orientalistas describían al profeta Mahoma como un agente del capitalismo comercial, otros autores marxistas, sobre todo el especialista francés Maxime Rodinson, trazaron una imagen más positiva, si bien este último reconoció posteriormente que su admiración por Mahoma derivaba, en parte, de las similitudes que veía entre él y Stalin.


Sin embargo, esta simpatía y esta búsqueda de alianzas tácticas quedaron eclipsadas durante mucho tiempo por la situación en la que los bolcheviques se encontraron con una inmensa oposición religiosa y tribal en Asia Central y trataron de destruir las bases sociales de la religión organizada, fundamentalmente mediante la emancipación de las mujeres, a las que, en aquel contexto social, veían como un sucedáneo de proletariado.


También en España. Allí en los 30 se reclutaron a decenas de miles de soldados árabes para la Guerra Civil, ya que el catolicismo y el islam recibían el mismo trato por parte de las fuerzas ateas de la República.


A partir de los años cincuenta y sesenta, la situación empezó claramente a cambiar. En el mundo árabe, frente al ascenso del nacionalismo laico —sobre todo el “nacionalismo árabe” de Egipto—, Occidente y varios Estados conservadores como Arabia Saudí recurrieron a la religión, denunciaron el comunismo como un invento de los judíos y criticaron el socialismo por promover el ateísmo y la lucha de clases.


En 1965, Arabia Saudí creó su propia organización internacional en contra de los izquierdistas, la Liga Islámica Mundial, a través de la cual financiaba y guiaba a grupos de todo el mundo; la Liga sigue en activo, sobre todo entre los inmigrantes musulmanes en Europa occidental, y mantiene —cosa tal vez sintomática— un gran edificio en el centro de Bruselas.


En Egipto, el enfrentamiento entre los Hermanos Musulmanes y el régimen nasserista fue en aumento, y su líder, Sayyid Qutb —posteriormente, la inspiración intelectual de Osama Bin Laden—, murió ejecutado en 1966.


Varios países de Oriente Próximo utilizaron la oposición creciente entre la izquierda laica y las fuerzas islamistas en el contexto de la guerra fría. Por ejemplo, en Turquía, el ejército promovió a grupos islamistas contra la extrema izquierda en los años setenta. En Siria, los opositores al régimen baazista de Assad, fomentaron un levantamiento de los Hermanos Musulmanes en 1982 con consecuencias desastrozas para estos, muriendo exterminados mediante un genocidio aplicado por gobierno de Assad, apoyado por los soviéticos, no menos de 30 mil personas.


Incluso Israel cometió un error fatal, en los años setenta, las autoridades de ocupación del Líbano, decididas a debilitar las instituciones laicas de Al Fatah, permitieron que varios grupos islamistas, que más tarde se convirtieron en Hamás, abrieran centros educativos y universidades y recibieran fondos de la Liga Islámica Mundial.


Esta movilización del islam contra la izquierda resultó evidente, sobre todo, en tres países. En Sudán, la llegada al poder en 1989 del Frente Islámico Nacional ,una rama alejada de los Hermanos Musulmanes, representó el recurso generalizado a la cárcel, la tortura y la ejecución contra los opositores laicos y de izquierdas. El FIN seguía el modelo de partido leninista y pretendía, además de aplastar a los comunistas en Sudán, llevar a cabo la política revolucionaria de exportar su modelo a Egipto, Túnez, Argelia y Eritrea, entre otros lugares.


En esta tarea contó con la ayuda, entre 1990 y 1996, de un distinguido huésped internacionalista, Osama Bin Laden.


Aún mayor fue la represión en Indonesia en 1965, cuando el ejército predominantemente musulmán se volvió en contra del Partido Comunista, en aquel entonces era el más numeroso fuera de los países comunistas.

Los grupos islamistas unieron sus fuerzas a las del ejército y otros grupos interesados en arreglar cuentas locales y, en una serie de matanzas cometidas en Java y otras islas, y asesinaron a un millón de personas.


Y por supuesto no podíamos pasar por alto, y mencionar la alianza más espectacular y con más consecuencias entre Occidente y el islamismo: la que se produjo en Afganistán, y que es la mayor operación secreta llevada a cabo por la CIA, Estados Unidos, con ayuda de Arabia Saudí y Pakistán, apoyando y movilizando la las fuerzas islamistas en contra del Gobierno del Partido Democrático Popular y las fuerzas soviéticas que acudieron en su auxilio en diciembre de 1979.


Y fue en Afganistán donde Bin Laden organizó su ejército de combatientes yihadistas procedentes de todo el mundo y donde elaboró la ideología de lucha internacional que cristalizó el 11 de septiembre de 2001.


No parece que a los que respaldaban a los islamistas afganos en los años ochenta les preocuparan las consecuencias posteriores de sus actos, es que era la Guerra Fría, entre los norteamericanos y los soviéticos.

Y sin embargo, la guerra afgana fue al mundo del siglo XXI lo que la Guerra Civil española a la II Guerra Mundial, la cocina del diablo en la que se prepararon por primera vez todos los caldos que después envenenaron al mundo.


A esta historia de la yihad contra la izquierda, a lo largo de muchos decenios, hay que añadir otra cosa más, las enormes diferencias que deberían separar cualquier programa imaginable de la izquierda actual, de los de los partidos islamistas. Los derechos de la mujer, el aborto, el secularismo, son temas en los que estas dos corrientes políticas se oponen radicalmente.

Como deberían oponerse en relación con otro aspecto, que es la falta absoluta, en el programa islamista, de cualquier internacionalismo de inclusión; por el contrario, al mismo tiempo que hacen sus llamamientos a la umma, la comunidad de los musulmanes, los islamistas —tanto Al Qaeda como Hezbolá— desprenden veneno y un chovinismo implacable respecto a los cristianos, los judíos e incluso los musulmanes que no sean de su misma secta.


La alianza de hoy, de la izquierda con con los islamistas lo hacen remitiéndose a cierto concepto de falsa conciencia, de como enfrentar al "diabólico occidente y su capitalismo", representado principalmente por los Estados Unidos. Pero está por ver qué conciencia es la más equivocada.


Porque a pesar de la caída del imperialismo soviético, y de los acuerdos preliminares entre los agentes del nuevo imperio que representa la Federación Rusa y los norteamericanos en los tiempos de Reagan, la Guerra Fría como tal no termino.

Solamente entró en un letargo invernal durante la época de Yeltsin.


La reciente guerra del Cáucaso entre Rusia y Georgia (agosto de 2008), ha revelado lo que los dirigentes de Moscú querían comunicar al mundo por años: la nueva Federación Rusa, bajo el puño firme de Vladimir Putin y Dmitri Medvedev, no es el mismo país que comandó Boris Yeltsin tras el derrumbe de la Unión Soviética hace casi dos décadas. Se calcula que las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa tienen un total de tres millones 800 mil hombres sobre las armas, de los cuales poco más de un millón están en servicio activo. La edad militar rusa va de los 18 a los 49 años. Hay actualmente en Rusia 35 millones 247 mil hombres en esa edad, de los cuales 21 millones están aptos para el servicio. Unos 821 mil jóvenes arriban a la edad militar cada año.


Además el Kremlin nunca renunció a su poderío nuclear. Se calcula que tiene el mayor arsenal nuclear del mundo, manejado por sus temibles Fuerzas Coheteriles Estratégicas, con aproximadamente 16 mil cabezas atómicas. Su juguete más moderno y peligroso es el misil SS-27 Topol M, que según Moscú puede penetrar cualquier sistema de defensa antimisiles, incluido el que Estados Unidos se propone instalar en su territorio próximamente.


Hasta agosto de 2008, hay señales claras de que Rusia quiere extender su esfera de influencia, como lo hizo la antigua Unión Soviética, al Hemisferio Occidental. Venezuela anunció este año que había comprado a Rusia más de cuatro mil millones de dólares en armas. Helicópteros de combate MI-35, aviones SU-30 y misiles tierra-aire están entre las compras, además de 100 mil rifles de asalto que Caracas ya había comprado.


La Federación Rusa tuvo que desmentir con desdén que se haya propuesto instalar bases de misiles en Cuba y Venezuela, como ocurrió en octubre de 1962 en el primero de estos dos últimos países. Pero la posibilidad está totalmente abierta, mientras gobiernen en esas dos naciones los oligarcas comunistas encabezados por los Castro en Cuba, y el legalizado dictador Hugo Chávez y sus "bolivarianos" en Venezuela .


En Washington, los estrategas de Estados Unidos están abocados en los estudios y trabajos que se desprenden de la presencia militar del gigante del norte en Afganistán e Irak, los conflictos con la red terrorista Al-Qaeda y las amenazas nucleares de Irán y Corea del Norte. Moscú. No obstante, en el conjunto, estas situaciones ya no les permite sostener la propagandística idea de que la Guerra Fría había cesado.


En el Kremlin, Putín, hombre entrenado por la KGB y verdadero poder detrás del trono, espera con calma. A ciencia cierta la amistad personal entre Putin y George W. Bush es una acto de diplomacia, es el espacio necesario que se dan los líderes mundiales, cuando no quieren precipitar los hechos.


La peligrosidad de esconder la Guerra Fría se puede comprobar en la posición en que quedaron los Estados Unidos luego del conflicto en Georgia, y con lo que sucederá más allá de enero de 2009, cuando un nuevo presidente de moderada tendencia izquierdista, sustituirá a Bush en la Casa Blanca.(Fuente)


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