El esfuerzo de Antonio Gramsci, filósofo político italiano, marxista, fue socavar la cultura tradicional cristiana.
La educación gramsciana promueve un currículum "políticamente correcto" y los estándares académicos son reducidos conscientemente.
Se manipula y desacredita a las instituciones tradicionales y a sus representantes. La moral, la decencia y las virtudes ancestrales son ridiculizadas sin respeto.
Los miembros del clero más conservador son catalogados de hipócritas, ignorantes de la realidad actual, remilgados y como pocos tolerantes. La familia es caricaturizada y se la analiza como una institución que somete a la mujer y a los niños.
Por lo tanto, la cultura de una nación deja de ser una columna de integridad y de herencia histórica. Y sus figuras simbólicas y patrias deben ser sometidas a un agudo escrutinio por parte de los nuevos intelectuales que promueven un modelo de pluralismo social condenando a la cultura de raíz tradicional cristiana, repudiada por esta nueva ideología.
El fin último del gramscismo: hacer desaparecer de la memoria colectiva las costumbres y tradiciones del pasado permutando el sentido común y logrando que las personas pierdan, paulatinamente, el sentido de los trascendente.
Para contrarrestar esta mente imperecedera de Antonio Gramsci, valoro el análisis valiente del señor Rojas, y me recuerda las palabras de Thomas Jefferson:"El hombre que no teme a las verdades nada tiene que temer de las mentiras".
Posteado por: Francisco Javier Vargas Galindo 25/02/2010 09:14 [ N° 267 ]
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