La Caperucita buscó inútilmente la forma de enviar sus ganancias a un paraíso fiscal, más no pudo contra la pandilla del lobo, que pronto ya había formado un sindicato. Luego del sindicato, un Partido de los Depredadores, para la defensa de las criaturas rapaces frente a las injusticias provocadas por los comerciantes y productores humanos.
Llegaba la fecha de declaración de impuestos varios, y Caperucita oyó la puerta sonar. "Abridme burguesita insulsa, es hora de que paguéis vuestra deuda social a la fuerza o sufráis persecución estatal". Caperucita pensó que bastante ya era haberse sentido presionada por su prima -profesora de sociología- a crear una fundación para pagar dicha deuda social, pues "Las ganancias no pueden ser la razón de ser de una empresa, si no la conciencia social y el humanismo". Pero Caperucita nunca entendió esas palabras, pues bastante humana era al ser feliz e irradiar la felicidad a los demás, y sociable al tener amigos y serles leal y cariñosa y al formar parte de una hermosa familia.
Pero alguien más había escuchado la llegada del lobo, antes vividor y ahora sindicalista y político a tiempo completo. Esta persona entró también a la habitación.
La abuelita, quien vivió la mayoría de su vida antes del nazismo-socialismo-keynesianismo y aprendió sus valores políticos de su madre nacida en la Europa que era toda un paraíso fiscal en el siglo XIX, sacó la escopeta y ahuyentó al lobo, quien tuvo que ir a escribir poesías al Che Guevara y enseñar canciones de Pablo Milanés en guitarreadas a desprevenidos adolescentes, para ganarse la vida sin ayuda estatal. Luego se volvió Ph.D. en economía keynesiana, para seguir contribuyendo a su innoble causa, como intelectual de la corte, aunque ya no haya reyes si no presidentes, y la corte se elija cada 4 años. Vivió una larga y gris vida justificando cuanta discrecionalidad estatal fuese posible mediante gráficos y fórmulas que obscurezcan la comprensión de la realidad ética y económica.
La Caperucita volvió a producir sin tanta traba, dejó de buscar formas de sacar sus ganancias al exterior pues obviamente la rentabilidad es mayor en una economía emergente, siguió creando fuentes de trabajo y trasmitiendo valores de puntualidad y seriedad a sus empleados y proveedores, siguió creando valor para accionistas y clientes, etc. Pero sobre todo, volvió a ejercer su total derecho a la ganancia lograda en acuerdos voluntarios, y a enriquecer la vida de los demás como siempre ocurre en el proceso económico.
Pero el cuento no acaba ahí, por cada Caperucita hay muchos lobos esperando a aprovecharse, pero las abuelitas del mundo se están muriendo y con ellas el recuerdo de una época más sencilla y justa, donde la socióloga derridiana o el economista neomercantilista no reinventaban la historia y hacían pensar a las caperucitas del mundo que sin funcionarios públicos ni ministerios el mundo jamás había funcionado ni funcionaría bien...
FIN
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