"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. La humanidad no puede librarse de la violencia por medio de más violencia. No me gusta la palabra tolerancia pero no encuentro otra mejor. Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. La verdad jamás daña a una causa justa. Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en èl. Un país, un civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales. Los medios impuros desembocan en fines impuros. La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Que otro libro se puede estudiar mejor que la Humanidad?

Todo lo que se come sin necesidad se roba al estomago de los pobres. Los grilletes de oro son muchos peor que los de hierro. El que retiene algo que no necesita es igual al ladrón. Casi todo lo que realicé es una insignificancia, pero es muy importante que lo hiciera. Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia. El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en el mal uso del mismo. Gandhi


sábado, 13 de febrero de 2010

La Caperucita y el Estado.



Érase una vez...un lobo que alienado por la explotación de los capitalistas y privado de la supuesta plusvalía de su trabajo carnívoro, quiso desquitarse en el espíritu de la lucha de clases, contra Caperucita la burguesa. ¿Con qué derecho esa niña tenía tres comidas al día y un hogar agradable, mientras que el lobo tenía que cazar todos los días? El lobo se acercó a la empresa alfarera de Caperucita y le dijo "La Constitución dice que tengo derecho al trabajo, por lo tanto me contratareis, me pagaréis el salario mínimo fijado por el Estado sin importar mis habilidades o beneficios para vuestra empresa, pagareis mis aportes a la SS (Seguridad Social), me daréis el 15% de las utilidades que no alcancéis a esconder, luego de que paguéis el Impuesto a la Renta". La Caperucita atónita le dijo "Pensaba yo que mi vida y su fruto me pertenecían", a lo cual el lobo contestó "Siempre y cuando aportéis con parte de vuestra usura al mantenimiento de carreteras, escuelas, hospitales e infraestructura estatal, podréis vivir y se os permitirá laborar en territorio nacional. Os debéis a la sociedad, siendo esta administrada por los hábiles políticos y los sagaces funcionarios, y en tanto honréis tal compromiso involuntario y acatéis cuanta regulación os endilguen los legisladores positivistas, vuestro estilo de vida será permitido"

La Caperucita buscó inútilmente la forma de enviar sus ganancias a un paraíso fiscal, más no pudo contra la pandilla del lobo, que pronto ya había formado un sindicato. Luego del sindicato, un Partido de los Depredadores, para la defensa de las criaturas rapaces frente a las injusticias provocadas por los comerciantes y productores humanos.

Llegaba la fecha de declaración de impuestos varios, y Caperucita oyó la puerta sonar. "Abridme burguesita insulsa, es hora de que paguéis vuestra deuda social a la fuerza o sufráis persecución estatal". Caperucita pensó que bastante ya era haberse sentido presionada por su prima -profesora de sociología- a crear una fundación para pagar dicha deuda social, pues "Las ganancias no pueden ser la razón de ser de una empresa, si no la conciencia social y el humanismo". Pero Caperucita nunca entendió esas palabras, pues bastante humana era al ser feliz e irradiar la felicidad a los demás, y sociable al tener amigos y serles leal y cariñosa y al formar parte de una hermosa familia.

Pero alguien más había escuchado la llegada del lobo, antes vividor y ahora sindicalista y político a tiempo completo. Esta persona entró también a la habitación.

La abuelita, quien vivió la mayoría de su vida antes del nazismo-socialismo-keynesianismo y aprendió sus valores políticos de su madre nacida en la Europa que era toda un paraíso fiscal en el siglo XIX, sacó la escopeta y ahuyentó al lobo, quien tuvo que ir a escribir poesías al Che Guevara y enseñar canciones de Pablo Milanés en guitarreadas a desprevenidos adolescentes, para ganarse la vida sin ayuda estatal. Luego se volvió Ph.D. en economía keynesiana, para seguir contribuyendo a su innoble causa, como intelectual de la corte, aunque ya no haya reyes si no presidentes, y la corte se elija cada 4 años. Vivió una larga y gris vida justificando cuanta discrecionalidad estatal fuese posible mediante gráficos y fórmulas que obscurezcan la comprensión de la realidad ética y económica.

La Caperucita volvió a producir sin tanta traba, dejó de buscar formas de sacar sus ganancias al exterior pues obviamente la rentabilidad es mayor en una economía emergente, siguió creando fuentes de trabajo y trasmitiendo valores de puntualidad y seriedad a sus empleados y proveedores, siguió creando valor para accionistas y clientes, etc. Pero sobre todo, volvió a ejercer su total derecho a la ganancia lograda en acuerdos voluntarios, y a enriquecer la vida de los demás como siempre ocurre en el proceso económico.

Pero el cuento no acaba ahí, por cada Caperucita hay muchos lobos esperando a aprovecharse, pero las abuelitas del mundo se están muriendo y con ellas el recuerdo de una época más sencilla y justa, donde la socióloga derridiana o el economista neomercantilista no reinventaban la historia y hacían pensar a las caperucitas del mundo que sin funcionarios públicos ni ministerios el mundo jamás había funcionado ni funcionaría bien...

FIN

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