Sam Shuster, profesor de dermatología de la Universidad de East Anglia, en el 2007 publicó en el British Journal of Dermatology un interesante artículo.
El doctor Shuster estudió los escritos y correspondencia de nada más y nada menos que Carlos Marx, y llegó a la conclusión de que el pensador (?) muy probablemente padeció de una forma severa de acné conocida como hidradenitis supurativa.
Esta condición afecta a los folículos con glándulas apocrinas, que son las que producen el sudor en los seres humanos, que a su vez se encuentran principalmente en las axilas, la ingle, el perineo y las nalgas. Esta condición puede afectar otras partes del cuerpo, y usualmente se vincula a dolores de articulaciones y ojos, los cuales Marx también padeció, la piel en las áreas afectadas muestra una mezcla de granos negros y forúnculos que supuran pus.
Esta condición puede llegar a impedir que una persona pueda trabajar, El reducir su capacidad para trabajar, contribuyó a su deprimente pobreza, por lo tanto la hidradenitis afectó considerablemente su autoestima. . . Esto explica su desprecio a si mismo y su aislamiento, reacciones reflejadas por el aislamiento que Marx desarrolló en sus escritos. Y el doctor Shuster cree que exactamente eso es lo que sucedió con Carlos Marx.
Shuster se basa en las cartas que escribió Marx entre 1860 y 1870. El pensador vivió la mayor parte de su vida adulta en Londres, y es en su correspondencia con su amigo y mellizo ideológico, Friederich Engels, en la que el científico se basa para justificar sus conclusiones.
San Shuster considera que la cosa tiene que ser muy grave, porque su mención es demasiado frecuente y la descripción que hace Marx de su enfermedad parece coincidir con la hidradenitis supurativa.
Marx recibió un tratamiento con arsénico y cataplasmas, pero los forúnculos no se curaron.
Fiel a su estoicismo filosófico, Marx prefirió darle a ese mal incómodo y doloroso una explicación más bien ideológica.
Tengo"abscesos y granos", "unos carbúnculos verdaderamente proletarios" escribió el autor de El Capital.
En una carta a su colega Friedrich Engels, fechada en 1867, escribio: "La burguesía recordará mis carbónculos hasta el día de su muerte."
"La piel es un vehículo de comunicación, y es por eso que sus desórdenes causan tantos efectos psicológicos, como la depresión, la falta de autoestima, el mal humor y (efectos) en el bienestar, además de odio y hartazgo", dice el profesor Shuster.
"Es fascinante descubrir que una figura tan influyente sufriera de hidradenitis, especialmente considerando la forma en que pudo afectar a su trabajo", dice Nina Goad, de la Asociación Británica de Dermatólogos.
Hay quienes considerarán, sin embargo, que sus teorías radicales y sus propuestas revolucionarias tiene mucho más que ver con el hecho de que las cosas andaban muy mal para los obreros del occidente industrializado. Y tal vez nunca lo sabremos, pero el marxismo y demás derivados ideológicos bien pueden ser la respuesta de un viejo amargado y miserable lleno de forúnculos y pústulas, que odiaba al mundo que le rodeaba. Y nada explicaría mejor la naturaleza del marxismo que esto. De hecho esta teoría se adhiere inmediatamente en cualquier persona que posea un atisbo de resentimiento
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