"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. La humanidad no puede librarse de la violencia por medio de más violencia. No me gusta la palabra tolerancia pero no encuentro otra mejor. Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. La verdad jamás daña a una causa justa. Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en èl. Un país, un civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales. Los medios impuros desembocan en fines impuros. La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Que otro libro se puede estudiar mejor que la Humanidad?

Todo lo que se come sin necesidad se roba al estomago de los pobres. Los grilletes de oro son muchos peor que los de hierro. El que retiene algo que no necesita es igual al ladrón. Casi todo lo que realicé es una insignificancia, pero es muy importante que lo hiciera. Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia. El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en el mal uso del mismo. Gandhi


viernes, 12 de marzo de 2010

Dos Chile tras el sismo.


Jorge Ramos. Univision

CONCEPCION, Chile - No es que el terremoto de 8.8 grados haya roto a Chile en dos. No. Lo que pasa es que el sismo dejò al descubierto que en realidad hay dos Chiles (y siempre los ha habido).

Errores

Uno es el Chile que nos vendieron en el exterior: moderno, vanguardista, exportador, el de los tratados de libre comercio, casi primer mundo.

El otro es el Chile que no invitaron a la fiesta, el que no se subió al camión del desarrollo, el de las mayorìas pobres que olvidaron los que habitan el palacio de la Moneda y los de los rascacielos intactos de Santiago.
Es el "Chile bárbaro" según me comentó el escritor y diplomático Jorge Edwards. Siempre ha estado ahí, me dijo. Pero muchos no lo veìan. Hasta que el velo cayó con el temblor.
La mejor prueba de la existencia de estos dos Chiles surgió durante los disturbios en esta ciudad de Concepción a pocas horas del sismo. Tomó a todos por sorpresa.
Miles de chilenos de ese Chile olvidado se sintieron desconectados y totalmente aislados del resto del país y del gobierno central. Y se lanzaron a las calles a saquear tiendas y supermercados.
Unos, sí, iban por comida para los suyos. Otros simplemente aprovecharon la situación y se llevaron televisiones de plasma y refrigeradores en una ciudad que no tenía ni electricidad.
Con razón, muchos chilenos reprobaron los robos y saqueos. Pero, como me dijo el cineasta Jorge Ulla, la marginación no se puede ocultar. En Chile, como en el resto de América Latina, el 10 por ciento más rico acumula màs de la mitad del ingreso. Y aquí los más pobres siguen siendo terriblemente pobres y apenas sobreviven.
Esos son los que se quejaban de la falta de ayuda. Esos son los que reprimió el ejército cuando la presidenta Michelle Bachelet por fin se decidió a enviar a los soldados a controlar los disturbios varios días después.
Entiendo su reticencia a tomar esa decisión. Desde la época de Pinochet los soldados no salían a reprimir a la población. El mismo padre de Bachelet murió durante la dictadura. No fue una decisión fácil, pero se tardó mucho en tomarla. Primer error.
El miedo de los chilenos al ejército parece hereditario. Es como si se pasara en los genes de generación en generación. No he visto a ningún pueblo latinoamericano respetar (o temer) tanto a su ejército. "Aquí no vuela ni un pájaro sin autorización" me dijo, sin bromear, un militar.
Y los periodistas también nos tuvimos que someter. Solo pudimos entrar a Concepción con un salvoconducto de los militares. El toque de queda únicamente permitía a la gente salir de sus casas por 6 horas al día para abastecerse de agua y comida.
Pero a veces era una labor imposible. Era increíble ver que casi todos los comercios y oficinas permanecieron cerrados por días en la segunda ciudad más grande del país.
Segundo error. Es difícil entender por qué el gobierno de Bachelet no le informó a los pobladores de las costas en el sur que un maremoto o tsunami era inminente luego del terremoto del sábado.
La Armada ya reconoció el error. Pero fue grave y se cuenta en muchas vidas perdidas por simple ineficacia burocrática.
Tercer error. La imagen de autosuficiencia de Chile se desmoronó tras el temblor. Un ministro dijo que iban a estudiar las ofertas de ayuda extranjera. No dijo que no la recibirían. Pero el comentario vago y apresurado detuvo la generosidad internacional cuando todavía se podían salvar vidas y ayudar a los más afectados.

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