"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. La humanidad no puede librarse de la violencia por medio de más violencia. No me gusta la palabra tolerancia pero no encuentro otra mejor. Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. La verdad jamás daña a una causa justa. Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en èl. Un país, un civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales. Los medios impuros desembocan en fines impuros. La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Que otro libro se puede estudiar mejor que la Humanidad?

Todo lo que se come sin necesidad se roba al estomago de los pobres. Los grilletes de oro son muchos peor que los de hierro. El que retiene algo que no necesita es igual al ladrón. Casi todo lo que realicé es una insignificancia, pero es muy importante que lo hiciera. Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia. El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en el mal uso del mismo. Gandhi


jueves, 23 de diciembre de 2010

Las vidas que despidió la habitación 417


SOR MERCEDES, LA MONJA QUE ACOMPAÑÓ AL PINTOR BACON EN SU ÚLTIMA SEMANA DE VIDA, NOS CUENTA AQUELLAS HORAS Y LA HISTORIA DE LA HABITACIÓN DONDE FALLECIÓ. EN LA 417 MURIÓ TRYONE POWER. Y TIERNO GALVÁN BUSCÓ A DIOS CUANDO SE MORÍA. AZNAR ESTUVO 48 HORAS TRAS EL ATENTADO
LUIS A. ALVAREZ
Que cómo me entendía con el señor Bacon? Una persona enferma se hace comprender muy bien, el lenguaje de la comprensión y el cariño es universal». Las palabras de sor Mercedes, apenas susurradas, rompen el incómodo silencio de la habitación 417. Fuera, el ruido de Madrid se hace ensordecedor. Dentro reina la paz. Lo que cualquier enfermo necesita, lo que se le dio hace ya 17 años al artista irlandés. Lo sabe bien la hermana de los Siervos de María. Mercedes.
Sor Mercedes y sus 30 años entregada a los enfermos que pasan por la lujosa habitación -quizás los 50 metros cuadrados con más historia de los hospitales españoles- de la clínica Ruber de Madrid. Sor Mercedes y Francis Bacon, a pesar de que a ella no le gusten sus cuadros. Esas pinceladas sobre pesadillas de la condición humana que estos días cuelgan en el Museo del Prado.En la pinacoteca resucita el artista que dejó de respirar el 7 de abril de 1992, a los 82 años. Con la voz de Mercedes está el retrato del hombre enfermo. «Le sobrevino de repente un ataque de asma agudo, con una parada respiratoria. La muerte fue súbita».
La 417 es la habitación con la que casi se tropieza nada más salir del ascensor quien visita la cuarta planta de la clínica.Tras pasar la aséptica puerta de entrada nos encontramos el recibidor que nos indica que estamos más cerca de una suite de hotel que de una desangelada habitación de hospital. El apartamento, distribuido en unos 50 metros cuadrados, poco ha cambiado en los 70 años de existencia de la clínica: con sala de estar, dos baños, y tres grandes ventanas que dan a Juan Bravo esquina con General Díaz Porlier, conserva el mismo color crema de tono pastel en las paredes, aunque el mobiliario y la decoración sean hoy distintos.
Antes, cuadros de paisajes; ahora, serenas composiciones abstractas.Hace 60 años una radio de onda media ocupaba el lugar donde hoy se encuentra una televisión de plasma de última generación.
La habitación 417 tiene su historia... y su luto: el actor Tyrone Power, el alcalde Tierno Galván... Sor Mercedes, de alguna forma, es su ángel guardián. Menuda, de voz débil y dulce por la que asoma un acento de sabor andaluz, hábito blanco inmaculado, gafas redondas de miope, pero con una mirada viva que desconcierta cuando revela sus 60 años de existencia, sor Mercedes, sí, cuidó del célebre pintor cuando éste ingresó en urgencias aquejado de un ataque de asma. Primavera del 92. El artista se encontraba en Madrid porque presentaba una exposición esos días en la galería Malborough de la capital -hay quien dice que también vino a intentar salvar la relación con su pareja, un jovencísimo español de alta cuna llamado José-, cuando le sobrevino la enfermedad.
Sor Mercedes tiene que hacer un esfuerzo para recordar a Francis Bacon, a la persona que se escondía detrás de su enfermedad -«es que yo recuerdo las enfermedades, me acuerdo si están aquejados del hígado o del estómago, pero de la persona me cuesta más», alega la enfermera-, aunque finalmente rememora. «Vino solo, porque estaba de paso. En la semana que estuvo mejoró, pero le sobrevino de repente una ataque de asma agudo...». Muerte súbita.
Aún hoy sor Mercedes reconoce que entonces no sabía que aquel ocupante de la 417 era uno de los artistas capitales del arte del siglo XX. Aunque ella tenga otro criterio: «No me gusta su obra. Creo que fue una persona atormentada, angustiada, que no ve la belleza de la vida, todo lo ve tétrico. Me parece que fue alguien que no se aceptó a sí mismo».
La memoria de la religiosa aflora mientras sobre Madrid descarga una nube más. «No llegamos a tener servicios religiosos, aunque fue muy respetuoso y delicado», explica ella con suavidad. El dato contrasta con la pulsión existencial que inunda toda la obra de Bacon, un creador que parece llevar al límite la máxima nihilista -y algo escatologica, todo sea dicho- de «entre orina y heces nacemos» que decía el sabio cristiano.
Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid y agnóstico practicante sí que se entregó, en el mismo lecho donde 6 años después estaría Bacon, a la llamada de la fe. Mientras fuera se concentraban de manera espontánea los vecinos de Madrid para animarle a su pronta recuperación, el viejo profesor mantenía una reunión de dos horas con el obispo para recibir la extrema unción. Suena, quizá, a aquélla resignación tan hispana del «que sea lo que Dios quiera». «Del ateísmo a la fe el espacio vital que hay en una situación existencial límite como es el momento de la muerte es tan chiquitito que apenas se percibe. Eso se nota en el ambiente, hay una lucha interior profunda difícil de traducir en palabras», asevera la religiosa al recordar los últimos días de vida del profesor en la habitación 417. Los multitudinarios fastos del funeral comenzaron cuando el cuerpo del político socialista, ya difunto, salía de la clínica.
Con los pies por delante también abandonó la 417 el actor estadounidense Tyrone Power. Como a Bacon, la enfermedad le sorprendió durante una visita a la capital de España. Era el año 1958 y el intérprete de Al filo de la navaja rodaba aquí, junto a Gina Lollobrigida, otra obra descomunal: Salomón y la reina de Saba.
Tyrone, al que le tumbó finalmente un infarto, apenas pasó unas horas en la célebre suite. La cama desde entonces, ha cambiado.El antiguo lecho era de hierro y sábanas de hilo. Quizá en el lapso en que estuvo ingresado fue capaz de alimentarse con la vieja cubertería de plata, marca de la casa.
Ex presidentes como José María Aznar -que pasó 48 horas en observación en la habitación tras el atentado que sufrió en abril de 1995- o Alfonso Suárez; folclóricas como Marujita Díaz o la desaparecida Lola Flores, aristócratas y gente del mundo de la cultura, forman parte de esta silenciosa Historia de dolor y esperanza donde la mirada ascética de sor Mercedes sigue aguardando.
CUIDADOS. Sor Mercedes sentada en la habitación 417, donde murió Francis Bacon hace 17 años, junto a un retrato del artista sobre la cama. / ANTONIO XOUBANOVa\\

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores