"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos."

La violencia es el miedo a los ideales de los demás. La humanidad no puede librarse de la violencia por medio de más violencia. No me gusta la palabra tolerancia pero no encuentro otra mejor. Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena. La verdad jamás daña a una causa justa. Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en èl. Un país, un civilización se puede juzgar por la forma en que trata a los animales. Los medios impuros desembocan en fines impuros. La verdadera educación consiste en obtener lo mejor de uno mismo. ¿Que otro libro se puede estudiar mejor que la Humanidad?

Todo lo que se come sin necesidad se roba al estomago de los pobres. Los grilletes de oro son muchos peor que los de hierro. El que retiene algo que no necesita es igual al ladrón. Casi todo lo que realicé es una insignificancia, pero es muy importante que lo hiciera. Para una persona no violenta, todo el mundo es su familia. El capital no es un mal en sí mismo, el mal radica en el mal uso del mismo. Gandhi


viernes, 17 de diciembre de 2010

Y va morir en Chile.

¿Quién no?... si tiene hasta jubilación como ex- parlamentario...

Habría sido mejor morir en Chile... que vivir aquí pensando... y pensando... “le dijo en 1989 Carlos Altamirano desde su exilio en Paris a Patricia Politzer, autora del libroAltamirano. Dieciocho años después, el ex secretario del Partido Socialista, el amigo de Salvador Allende y una de las figuras mas radicales del gobierno de la UP ya no piensa lo mismo. “Después de todo ha sido grato haber vuelto a Chile y vivir en este pequeño jardín con una vista maravillosa a la cordillera”, dice con cierta melancolía desde su casa en La Florida.

Uno de los personajes más controvertidos de la izquierda chilena sindicado por sectores de derecha e izquierda como el gran responsable del fracaso del gobierno de Allende, Altamirano (84) es aún un hombre desgarrado por el pasado. “Yo soy el fantasma del gobierno de Allende”, dice sin rodeos. Y vuelve a aparecer la molestia, y el enojo, cada vez que se le pregunta si fue su intransigencia lo que gatilló el derrumbe del proyecto de la UP. “Todavía me sigo preguntando cuenta, por que despierto tanta curiosidad, pese al paso del tiempo. Cada vez que entro a un restaurante o a un lugar público percibo la atención, y a veces, aunque no muchas, la hostilidad que concito”.

Hombre de contrastes, el mismo que en los 70 llamaba a “avanzar sin transar” y era un fervoroso admirador de la revolución cubana, en los 80 se convirtió en el padre de la renovación socialista. Fue el último de los personeros de la UP en volver del exilio y desde que aterrizó en 1991 se sumió en el ostracismo político.

Pese a ello, aún se percibe en él al animal político. Sigue con ojo atento lo que pasa en el mundo y tiene opinión formada de la mayoría de los temas públicos. “Yo no creo en la democratización de la derecha”, dice, agregando con ironía: “Hemos terminado gobernados por dos Larraínes”. También es severo con los gobiernos de la Concertación y sus correligionarios, los que a su juicio han abrazado con demasiada pasión el neoliberalismo.

Tras años de silencio, Carlos Altamirano habla de la siguiente entrevista de Salvador Allende, la influencia de Fidel Castro en la tragedia Chilena y su propia responsabilidad histórica. Ad portas de cumplirse el centenario del nacimiento de Allende, el ex líder socialista cree que hoy es posible mirar la historia con mayor perspectiva. “Ha pasado tanto tiempo, pues”, dice como si él mismo sólo quisiera mirar hacia adelante.

¿Por qué dijo recientemente que el socialismo chileno, en vez de sabor a empanadas y vino tinto, hoy tiene gusto a Coca-Cola y McDonalds?

Porque ese es el gusto y el sabor del neoliberalismo norteamericano, la política que tan fielmente siguen los gobiernos de la concertación.

Usted fue líder en el proceso de renovación de la izquierda chilena. ¿Cree que hoy los socialistas se han renovado demasiado?

Se han acomodado más de lo que se han renovado.

¿Qué opina de que militantes socialistas formen parte de directorios de grandes empresas y bancos privados?

En principio, no hay razones políticas ni éticas para que un socialista no pueda ser director de una empresa, pero en mi opinión hay una salvedad: cuando se trata de firmas que tienen conflictos de intereses con el Estado. Lo que yo critico es cuando hay socialistas que figuran en los directorios de AFP, bancos o empresas de transportes solo por citar algunas que obviamente han sido designados allí para que hagan lobby a favor de esos intereses.

¿Usted firmó hace pocas semanas un manifiesto bastante crítico de la conducción de Camilo Escalona en el PS?

Coincidió con el documento. Hoy todos los partidos son manejados por cúpulas muy alejadas de la gente. Actualmente no existe ni un solo debate al interior del PS, ni antes ni después del episodio del Transantiago, ni sobre educación, salud, previsión o materias internacionales. Se pretende un partido de yes men.

¿Cree que los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet han sido socialistas?

Una vez dije en privado que el gobierno de Lagos ha sido el mejor gobierno del último siglo, pero de derecha....(risas). En realidad es una exageración: ha sido el mejor gobierno de centroderecha del último siglo.

¿También considera que el gobierno de Bachelet es de derecha o de centroderecha?

La misma jeringa con distinto bitoque, pero con faldas, lo que le agrega un plus importante. Aunque yo no coincido con ese cambio en el socialismo planetario, a nivel mundial se han producido los mismos fenómenos. Alan García en Perú, Lula y Henrique Cardoso en Brasil, Ortega en Nicaragua y Blair en Inglaterra son algunos ejemplos. Tal vez en el futuro serán considerados como adelantados en el nuevo socialismo universal. Por ello, no me atrevo a hacer descalificaciones absolutas.

¿A qué atribuye los problemas que ha tenido Michelle Bachelet en su gobierno?

Existe un alto nivel de improvisación. No se observa una dirección política clara ni sólida. Aunque a Lagos se le acusaba de autoritario, él si sabía lo que quería. Acá no. Se desconoce qué quiere el gobierno o las comisiones designadas por este gobierno.

¿Cree que hoy en día la derecha es democrática?

No, no es democrática. La derecha defiende su dinero y el lucro, nada más. Si se le tocara éste, volvería a las andanzas dictatoriales.

¿Cuál es la opinión de los díscolos en la Concertación?

Los díscolos han surgido por la ausencia de un gran proyecto de sociedad y de vida. Más que apuntar a los propios díscolos, yo responsabilizo a las fuerzas políticas y a los gobiernos que no han sabido dar motivaciones suficientes y reencantar la desprestigiada política.

Poco tiempo atrás Camilo Escalona acusó a Carlos Ominami de ser “Altamirano de Michelle Bachelet”. ¿Qué le pareció el comentario?

Un exabrupto incalificable, sin sentido de quien es presidente del Partido Socialista. Con ello no sólo pretendió ofenderme a mí, haciendo eco de las posiciones de derecha, sino que, además, ofendió a Carlos Ominani, cuando este tenía toda la razón en oponerse al proyecto de depreciación acelerada.

Actualmente se ha adelantado la carrera presidencial. En su sector hasta ahora se vislumbran dos candidatos: José Miguel Insulza y Ricardo Lagos. ¿Cuál de ellos le gusta más?

Si apareciera un personaje nuevo que estableciera una clara ruptura con lo que han sido hasta ahora los gobiernos de la concertación, yo estaría con él. Pero mientras no surja ese candidato, opto por Lagos, pese a tener una buena opinión de la inteligencia y sensatez de José Miguel. Pero, para tener más de lo mismo prefiero a quien exhibe la experiencia del cargo. Además, creo que en un segundo periodo Lagos se cuidaría mucho más, por ejemplo, en los temas ecológicos.

La política económica de actual gobierno, ¿es continuista respecto a la del gobierno militar?

Sí y no. Hay continuidades indiscutibles, como en la aceptación de la economía de mercado, la tendencia pro exportadora, la participación de capital extranjero y la perseverancia en los equilibrios macroeconómicos. Todo ello me parece positivo. Pero la actual política económica difiere sustancialmente de la del régimen militar en su rechazo a la teoría del chorreo y en la preocupación por restablecer los necesarios e indispensables equilibrios sociales y ecológicos.

¿Usted considera que los socialistas deben combatir el modelo neoliberal?

No se debe demonizar el modelo neoliberal en globo ni condenarlo por completo. Por ejemplo, la globalización de la economía y de la democracia han sido positivas.. También estoy de acuerdo con que exista un mayor orden en la política monetaria del país y que la economía en su mayor parte sea privada y no estatal. Pero hay políticas donde se han extremado las visiones neoliberales.

¿Cómo cuales?

Es inaceptable, por ejemplo, que el 100% de la previsión de la clase trabajadora sea financiada por los propios trabajadores. En ningún país de Europa ni en el resto del mundo desarrollado los trabajadores son los únicos financistas de su previsión. Normalmente ésta se financia con aportes del Estado, del empresariado y del propio asalariado. Además, todos estos fondos que hoy alcanzan a más de US$ 100 mil millones en Chile son administrados por el empresariado, lo que les otorga un poder impropio y gigantesco. Lo lógico sería que en las AFP también hubieran representantes de los trabajadores, ya que es su dinero. En educación también hay modificaciones que hacer, así como en el sistema que rige a la televisión, donde la derecha es dueña de todos los canales de TV, con la excepción de TVN, que tampoco discrepa ni entrega otra versión de la realidad.

Usted señaló una vez que los postulados de la derecha europea son progresistas en América Latina. ¿Sigue pensando lo mismo?

Si. No se trata de negar todo el neoliberalismo, sino de oponerse a extremos que no se aplican ni en Estados Unidos ni en ningún país europeo. Ni Margaret Thatcher, con su extremismo, llevó a cabo medidas como las que se dan en Chile. Ella no pudo, por ejemplo, quitarle la subvención estatal a la BBC, a diferencia de lo que aquí sucedió con TVN. Los postulados de la derecha europea pasan a ser de izquierda en América Latina. En Chile, por ejemplo, el nuevo presidente francés Nicolas Sarkosy sería un hombre de izquierda.

¿Se sigue definiendo como marxista?

Reconozco el aporte de Marx, pero éste lleva la impronte de una época ya superada: el surgimiento y triunfo del capitalismo industrial. Hoy no se puede entender la realidad universal a partir sólo de las categorías marxistas.

Entonces, ¿cómo se define?

Como un socialista renovado, democrático, humanista, libertario y moderno.

¿Por qué cambió?

La realidad nacional y mundial experimentaron transformaciones que exigen una readecuación. La receta del marxismo para la transformación social ha perdido vigencia. Ahora bien, mi cambio no es el del oportunista que busca ventajas, beneficios personales u obedecen a apetito de poder. En ningún gobierno de la Concertación yo he tenido sueldos no sobresueldos, ni deseos de figuración.

¿Cree que las coaliciones se renuevan más en la oposición que siendo gobierno?

A mi no me gustaría que ganara la derecha. Pero si eso sucede, tendría una ventaja para el PS. Ya no podría ser un partido clientista y recuperaría su centro doctrinario de partido de izquierda y del cambio social.

El ex dirigente da detalles de su relación personal y política con Allende, explica su opción por el silencio en las últimas décadas y, aunque admite una alta cuota de responsabilidad, rechaza ser el gran culpable del fracaso de la UP.

¿Por qué lleva 20 años en el ostracismo político?

Durante mi exilio tuve claro que el mundo había cambiado y por ello protagonicé, junto a otros amigos, la renovación socialista. Pero aunque lideré esa transformación, sabía que lo que venía no era el mundo al que yo aspiraba y que este sería dominado por una concepción ideológica de derecha. No estuve dispuesto a rescribir mi propia historia, ni a transitar del izquierdismo a l ultraderechismo, de las posiciones marxistas a las posiciones neoliberales. No condeno a nadie, pero para mi no me pareció ni ético ni tampoco estético.

Ricardo Núñez ha dicho que su retiro se debe a que “asumió su responsabilidad política en el desastre de la UP alejándose del poder”. Hay otra tesis que sostiene que usted no volvió a la arena política para evitar los ataques que habría recibido como la “bestia negra” de la UP.

Agradezco la buena interpretación que hace Ricardo Núñez, pero la explicación definitiva es que mucho antes de mi retorno a Chile yo sabía, y lo había dicho, que no volvería a la política. La política que a mi me atrajo fue la de los “grandes relatos”, hoy condenada sin apelación.

El historiador Gonzalo Vial escribió hace pocos años que Carlos Altamirano y “otros guevaristas” “son acreedores del respeto, el perdón y el olvido. Pero siempre que callen”. ¿Cree que el peso de la historia lo obliga a guardar silencio?

Creo que esa frase es de una pretensión y una soberbia inauditas e impropias de un hombre con mediana inteligencia. Si yo me abstuve de la participación política no es ni remotamente por lo que sostienen el señor Vial. Al revés, creo que en una sociedad sana no puede haber un trozo de ella que tenga que callar. Todos tienen una verdad y es obligación expresarla. Eso es lo que corresponde en democracia y lo que ayuda a desarrollar el debate y la cultura de un país.

¿Por qué es injusto que lo responsabilicen a usted del fracaso del gobierno de la UP?

No es solo injusto; es falso. Han pasado los años y cada vez que aparezco, se empieza a decir: “Altamirano vuelve y quiere sanearse”. ¿Sanearme de que?, preguntaría yo. No tengo nada que sanearme; yo ni robé, ni asesiné, ni torturé. ¿Acaso de haber participado en un episodio de la historia de Chile que para mí es el más trascendental y que engrandeció a la nación Chilena? Ahora, sostener que yo soy el principal responsable del fracaso de esa gran epopeya, no es más que una soberana estupidez. No admite ninguna reflexión, ningún análisis serio.

¿Qué cuota de responsabilidad asume?

Evidentemente, una alta cuota de responsabilidad, pero no soy el único. Yo ocupaba un cargo importante, era senador, secretario general del PS, amigo íntimo de Allende. Por ello mi cuota es superior a la de los otros. Pero si vamos a medir responsabilidades, uno puede preguntar: ¿Quién influía más, Richard Nixon dando la orden de “hacer aullar” la economía chilena e interviniendo abiertamente en el proceso, o Carlos Altamirano, pigmeo en la tierra? ¿Agustín Edwards trasladándose a Washington para pedirle a Kissinger que interviniera en Chile o yo? No estoy en condiciones de entrar a evaluar la responsabilidad de Nixon, Edwards o la del presidente Allende. Tuve una indudable responsabilidad en el fracaso de la UP. Y punto.

Si acotamos las responsabilidades al mundo de la izquierda, los dos principales partidos eran el PS y el Partido Comunista, que asumió una línea bastante más moderada.

El Partido Comunista sin quererlo y en parte injustamente tuvo una participación extraordinariamente negativa en el gobierno de la UP por su nombre, su historia y su condicionalidad con la Unión Soviética. Es verdad que el PC tenía una política más moderada que el PS, pero fue el partido que creó una imagen externa nefasta para el proceso chileno. Para el gobierno estadounidense lo grave era que en Latinoamérica se iba a crear una nueva Cuba, y esa nueva Cuba no la construiría el PS, sino el PC.

“Mientras yo sea el gran culpable del fracaso de Allende, todos los demás pueden dormir tranquilos” es una de sus frases más célebres. Si Altamirano no existiera, ¿quiénes serían los responsables del fracaso de la UP?

La CIA, Nixon, Kissinger, El Mercurio, los grandes empresarios, Pinochet, la derecha política, Patria y Libertad, La DC, Frei, el Partido Comunista, el Partido Socialista, yo y Salvador Allende. En ese orden.

Salvador Allende fue Presidente de la República y principal responsable del país ¿Cree que la responsabilidad que se le atribuye a usted es para no manchar la memoria de Allende?

No creo que la derecha este tratando de salvaguardar la imagen de Salvador. Incluso de la izquierda y del socialismo se evita hablar de Allende y de asociarse al gobierno de Allende, pese a que todos los que hoy están en altos cargos formaron parte de ese proceso.

¿Pero a Allende no lo critican?

No. En mí se han centrado todos los fuegos. La única explicación para ello es que a través de la historia, en toda gran derrota se busca un chivo expiatorio. Por diversas causas, yo soy el chivo expiatorio ideal y perfecto tanto para la derecha como para la izquierda.

¿Cómo era su relación con Allende? Al parecer, en lo personal era muy estrecha, pero divergían políticamente.

Eramos muy amigos, al punto en que no había una semana en que Allende no comiera en mi casa o yo en la de él. Todos los fines de semana yo iba a El Cañaveral. Esa amistad mantuvimos durante los mil días. Tuvimos discusiones, pero nunca como para decir que estábamos peleados.

¿Allende era un hombre influenciable?

Era un hombre muy decidido, valiente, resuelto y tenaz. El solo hecho de que haya sido cuatro veces candidato a la Presidencia revela la fuerza interior que lo motivaba. Lo más alejado que se ha dicho de Salvador es que fue un Presidente débil. Allende aprobó expropiar las 70 u 80 grandes industrias de este país. ¿Eso lo hace un personaje débil? Decidió expropiar tres mil latifundos, donde descansaba la vieja oligarquía chilena. ¿Eso lo hace una persona débil? La determinación de no pagarle un centavo a los estadounidenses como indemnización por la nacionalización de la minería también la tomó e Presidente de la República, lo que motivó la cruz del gobierno norteamericano.

Usted ha dicho lo que selló el destino del gobierno de Allende fue que aplicó un programa irreal para la época. Que era irreal expropiar y creer que ello no desembocaría en un conflicto armado o en un golpe de Estado. A su juicio, ¿qué es lo que llevo a Allende a suscribir un programa tan radical?

No es fácil explicárselo. Sólo puedo recurrir al contexto histórico para entender cómo Salvador se acercó a la revolución cubana y cómo termino aprobando el programa extremadamente radical de la UP. Allende no podía aprobar una propuesta de gobierno que fuera inferior a la de Radomiro Tomic, el candidato de la DC. Ambas fuerzas en disputa proponían un cambio de las estructuras de la sociedad y se valían del mismo lema “Revolución”, fuera esta con empanadas y vino tinto o en libertad. Había que diferenciarse, cuando, al revés de lo que sucede hoy, los vientos soplaban hacia la izquierda.

¿Es verdad que usted vetó a Pablo Neruda para el cargo de canciller?

Es verdadero y falso. Un día, estando en mi departamento, recibí un llamado de Pablo Neruda. “necesito hablar de inmediato contigo”, me dijo. Al llegar, me disparó a boca de jarro: “¿Cómo es posible que tu partido y tú me hayan vetado?” Allende le había dicho que el PS se había opuesto a que él fuera ministro de Relaciones Exteriores. Yo no tenía idea del tema, no habíamos vetado a nadie y sí habíamos propuesto el nombre de Clodomiro Almeida. “Mira Pablo, le respondí, ni yo ni el PS se han opuesto. Los jefes de Estado a veces buscan responsables para no asumir responsabilidades y están en su derecho. Lo que ha ocurrido es que el PS también tiene un candidato y no sabíamos que tú estabas interesado”. Y le agregué: “La única conclusión que podemos sacar es que Allende esta complicado con nombrar a un comunista como ministro de Relaciones Exteriores”. Creo que Neruda me creyó.

Patricio Aylwin, en ese entonces presidente de la DC, ha dicho que cuando se agudizó la crisis política usted fue el principal obstáculo a todas las salidas que propuso Allende, entre ellas sellar un acuerdo de gobernabilidad con la DC.

Patricio Aylwin no tiene muchas disculpas y por ello se disculpa conmigo. La DC, hasta el año 2007 se ha negado a llegar a un acuerdo con el PC. ¡Hasta hoy mantiene su fijación en contra del comunismo y del PC! Entonces cómo se atreve alguien a decir “Mire, Carlos Altamirano obstaculizó, hace tres décadas .....” Yo entiendo que Patricio quiera liberarse de ciertas responsabilidades adjudicándomelas a mí, pero eran él y especialmente Eduardo Frei los decididos a no llegar a acuerdo con la UP. Las cartas entre Bernardo Leighton y Eduardo Frei relatan todas las circunstancias y ocasiones en que la DC se negó rotundamente a realizar un pacto con Salvador . ¿Por qué no decir francamente como Leighton?: “Mi camarada Eduardo Frei se oponía”.

Se ha dicho que el 10 de Septiembre de 1973 eran muy pocos los chilenos que creían en la democracia. En ese entonces, ¿usted creía en ella?

Yo no era un ferviente demócrata. Influía en ello mi convicción de que la democracia chilena era solo formal, un tipo de dominación de la clase más poderosa. Pero sobre todo creía y continúo creyendo que la derecha chilena nunca había sido democrática, por lo que era inevitable que se produjera un golpe de Estado. Allende, en cambio, sí creía que la democracia era una limitante a una asonada militar, y ahí tuvimos grandes divergencias y más de una discusión.

¿Qué salida a la crisis veía usted en ese entonces?

Esas eran las discusiones con Salvador. Para mí la salida era una intervención más directa en la Fuerzas Armadas. Eso nos sólo significaba pasar a retiro a generales golpistas que estaban completamente identificados, sino que también dar de baja a los opositores de gobierno. En esa época después del Tancanazo de 29 de junio aún habían varios generales que apoyaban al comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, y otros aún más allá de Prats, respaldando el proceso. El argumento que esgrimía Salvador era bastante justificado: “Si la derecha se da cuenta de que estamos interfiriendo en las Fuerzas Armadas, me decía, van a precipitar el golpe”. Yo le decía: “Salvador el golpe vienen de todas maneras”. Creo que hubo debilidad.

¿Es efectivo que su famoso discurso de 1973 en el Estadio Chile le produjo un gran malestar a Allende?

A Allende no le gusto el discurso, porque sintió que era muy crítico.

Con la perseverancia del tiempo, ¿por qué cree usted que fracasó el gobierno de la UP?

Por haberse intentado una revolución sin armas y sin los votos necesarios.

¿Es efectivo que usted y otros dirigentes fueron a pedirle a Fidel Castro que les entregara armas para defender la revolución?

Jamás. Nunca fui a pedirle armas ni a Fidel ni a los Soviéticos ni a ningún otro gobierno. ¡Jamás! La única vez que se le pidieron armas a Cuba y no fui yo quien lo solicito, fue para el GAP, el organismo a cargo de la protección del Presidente.

Volodia Teitelboim afirmó que en determinado momento el general Prats le ofreció armas al PC.

El general Prats siempre me hizo la salvedad de que no era socialista. “No me pida que yo defienda su revolución”. Me decía. Por ello no estoy de acuerdo con lo que dijo Volodia. No sé si con la dirección comunista Prats habrá entrado en esas confianzas, pero por lo menos conmigo, jamás.

¿Salvador Allende tuvo un gobierno mediocre, pero fue su muerte lo que lo engrandeció?

El término mediocre no es justo. Sus críticos pueden decir que fue un gobierno extremista e, incluso, irresponsable. Pero no mediocre, porque tuvo una enorme influencia en el mundo y dejó en Chile una huella muy profunda. Fue un gobierno que influyó en la política Francesa, Italiana y en toda América Latina. Tampoco estoy de acuerdo con la segunda parte de la afirmación. El gesto del 11 de septiembre de Allende no fue sino el epílogo trágico y glorioso de una larga y fructífera vida política y parlamentaria.

¿Cuáles fueron, a su juicio, los aciertos y errores de la UP?

Carecemos de suficiente perspectiva histórica para su evaluación. Pero creo que el veredicto de la Historia será mucho más matizado que lo que hoy se dice. Entre los activos del gobierno de la UP figuran, sin duda, la recuperación de las riquezas básicas y la liquidación del latifundio, sin las cuales habría sido imposible la reciente modernización del país. El gran error fue no haber contado con las armas y los votos necesarios para llevar adelante la revolución.

Han pasado 33 años del fin de la UP y del golpe militar ¿Ha dejado de pensar algún día en lo que ocurrió y por qué ocurrió?

Ni un solo día.

¿Qué lo llevó de su mundo tradicional y conservador a convertirse en un admirador de la revolución Cubana?

Fue un proceso largo y difícil, aunque ni fue un acto de contrición ni de conversión. Desde mi infancia, cuando vivía en los latifundios de mi abuelo, entré en conflicto con el mundo elitista y patriarcal de entonces. Después, en el colegio conocí a Clodomiro Almeida, quien me dio las primeras lecciones de Marxismo y en la facultad de Derecho me vinculé con grandes amigos, la mayoría de Izquierda. ¿por qué siempre de izquierda? Tal vez Freud pueda explicarlo.

¿Cuanto le peso su origen social en su carrera política?

Siempre me ha extrañado el por que alguien que proviene de las capas altas de la sociedad Chilena no puede tomar el bando de la gente pobre o de los humillados y ofendidos. En cambio, los de abajo si que pueden arribar permanentemente a las capas altas. Aunque se les tilda de arribistas y siúticos, lo cierto es que para ellos no hay una mayor condena. Es lo que se llama movilidad social.

¿Y usted siente que lo han condenado por sus orígenes?

Es evidente. Si yo me hubiera llamado Carlos Machuca no habría citado esa obsesión por mi persona que hubo en derecha e izquierda.

¿Pero los ataques de la izquierda le duelen más?

Sí, me duelen más los ataques de la izquierda, por que es fuego amigo.

¿Se podría decir que la revolución cubana fue el principal factor de radicalización de la izquierda chilena?

De no haber existido la revolución cubana todo habría sido muy distinto: la suerte de mi persona, de la izquierda chilena, latinoamericana y la de Salvador Allende. Evidentemente Cuba tuvo un impacto muy grande en el mundo político. Pero hay algo en lo que yo siempre insisto: no fue sólo esa revolución lo que jugó un rol decisivo en las elites de la izquierdas latinoamericanas. También fueron los 60, década bisagra entre el fin de la época moderna y la llamada postmodernidad. En esos años se radicalizó la Iglesia Católica y por ende, se izquierdizó la DC. Eso nos llevo a nosotros a izquierdizarnos aún más para poder enfrentarla. El asesinato de Che, de Martín Luther King y de Malcom X, por ejemplo, así como Mayo del 68 marcaron profundamente a la izquierda y la radicalizaron.

¿De que forma afectó la revolución Cubana a Salvador Allende?

Es curiosos. La mayoría de los grandes líderes de América Latina de la generación de Salvador, Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Víctor Raúl Haya de la Torre, Paz Estensoro, entre otros, marcaron diferencia con Fidel Castro y fueron “jubilados” por el peso de la revolución cubana. Al único hombre de esa época que no lo ocurrió ese fenómeno fue a Salvador Allende, quien se acercó y después se hizo gran amigo de la revolución castrista.

¿Influyeron en el desenlace del gobierno de la UP las fricciones que tuvo con la revolución cubana, como la visita de tres semanas de Fidel Castro a Chile, la que se alargó más de la cuenta y molestó profundamente a Allende?

Claramente, fue uno de los factores. El alargamiento de la visita de Fidel Castro no fue positivo. Una minoría de gente de izquierda podía estar muy contenta, pero es indiscutible para el conjunto y para Estados Unidos fue negativo. Bastaba oler el ambiente y leer la prensa para darse cuenta lo perjudicial que era.

¿Usted no pensó en hacérselo ver a Fidel Castro?

No. Salvador me pidió que lo hiciera, pero no lo hice.

¿Por qué?

No es fácil decirle a una personalidad y a un jefe de Estado de la talla de Fidel “mire, ya esta bueno que se vaya”. Tampoco era yo el más apropiado para decírselo. ¿Por qué no se lo decía el ministro de Relaciones Exteriores o el propio Presidente?

Es sorprendente que siendo un hombre capaz de hablar de tú a tú con Allende y que además tenía responsabilidades en el proceso no se atreviera a hablar con Castro ¿No sería que Fidel Castro tenía mayor influencia en la izquierda chilena que Allende?

No. Solo puedo decir que yo con Allende tenía una amistad de 40 años. Con Fidel, en cambio, era una relación bastante protocolar, y aunque habíamos llegado a intimidar, no era propiamente amigo de Fidel. Sí era su admirador. No consideraba que debía ser el mensajero.

Cerca de un mes antes del golpe usted estuvo en Cuba. ¿Conversó con Fidel Castro sobre el tema?

A esas alturas todos los dirigentes políticos y jefes de Estado tenían medianamente claro lo que sucedería. Cuando fui a China y converse con Chou En Lai, el me entrego una carta donde expresaba sus temores de un inminente golpe de Estado en Chile. En las dos largas conversaciones que tuve con Leonid Brejnev también percibí, aunque utilizara argumentos distintos, que el líder soviético no tenía ninguna confianza en el destino de nuestro proceso político.

¿Qué piensa hoy de Cuba y Fidel Castro?

A pesar de sus errores continuará siendo un decisivo referente en la historia mundial.

¿Hugo Chávez llegará a ser un modelo para la izquierda latinoamericana?

Difícil. Aunque cualquiera voz disidente dela de Bus en América Latina me parece positiva, Chávez no tiene el carisma, la personalidad ni la capacidad para liderar un proceso similar al que comando Fidel. Chávez no es, ni va a ser, un segundo Fidel.

¿Le gustaría que surgiera un segundo Fidel Castro en América Latina?

No, las segundas partes nunca son buenas. Además, dados los nuevos tiempos, tampoco eso sería posible.

Por Cristián Bofill y Sara Valdés - La Tercera - 05.08.07

1 comentario:

  1. Si es realmente un "fantasma", Altamirano debería ser más discreto y no andar asustando a la gente con su presencia siniestra.

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